Economía
Japón intensifica la supervisión sobre los préstamos respaldados por bonos del gobierno
Toshinori Yashiki, director general de la oficina de desarrollo y gestión de estrategias de la FSA, anunció que la agencia examinará a los bancos que han incrementado sus compras de estos productos en el último año
El regulador financiero de Japón, la Agencia de Servicios Financieros (FSA, por sus siglas en inglés), está preparando una ofensiva contra el mercado de préstamos reempaquetados, un sector que ha crecido rápidamente y que ahora alcanza los $67,000 millones. Estos préstamos, respaldados principalmente por bonos del gobierno japonés (JGB) y otros activos, han ganado popularidad entre los bancos regionales, a pesar de las advertencias previas de la FSA sobre sus riesgos.
Toshinori Yashiki, director general de la oficina de desarrollo y gestión de estrategias de la FSA, anunció que la agencia examinará a los bancos que han incrementado sus compras de estos productos en el último año. Además, las corredurías que promueven activamente estos préstamos también estarán bajo escrutinio. Yashiki destacó que, aunque es responsabilidad de los bancos decidir en qué invertir, el aumento de la supervisión podría disuadirlos de continuar adquiriendo estos productos.
El auge de los préstamos reempaquetados
Los préstamos reempaquetados suelen agrupar bonos del gobierno japonés (JGB) con contratos de derivados para mejorar los rendimientos. Los bancos prestan dinero a empresas de propósito especial o vehículos que utilizan esos fondos para comprar bonos del gobierno. A cambio, los bancos reciben ingresos tanto de los bonos como de los derivados.
Estos productos son atractivos para los bancos regionales porque no requieren ser marcados a mercado, lo que evita la posibilidad de registrar pérdidas en papel. En contraste, cuando los bancos poseen JGB directamente, deben reflejar la disminución del valor de los bonos si las tasas de interés suben. Sin embargo, la FSA advierte que, dependiendo de la estructura de estos productos, los bancos podrían enfrentar un «spread negativo», donde los rendimientos son menores que lo que pagan por los depósitos.
Yashiki señaló que estos préstamos carecen de racionalidad económica en términos de costos y retornos de riesgo, y que es difícil determinar su valor justo. Además, el riesgo de pérdidas depende de cómo estén estructurados los contratos y de la dificultad para deshacerlos en condiciones adversas del mercado.
Crecimiento preocupante del mercado
Según Yashiki, el monto total de préstamos reempaquetados en los bancos regionales, incluyendo aquellos respaldados por activos distintos a los JGB, alcanzó casi 10 billones de yenes ($67,000 millones) en septiembre de 2023, lo que representa un aumento del 20% al 30% respecto al año anterior. Aunque no se especificó cuánto de este monto está respaldado específicamente por JGB, se estima que son miles de millones de dólares.
Uno de los principales problemas es que no existe una norma que obligue a los bancos a revelar estos préstamos, lo que dificulta la transparencia. Además, estos productos se contabilizan como préstamos, lo que infla artificialmente los balances de los bancos y les permite mostrar un crecimiento en su negocio principal.
Yashiki criticó esta práctica, afirmando que «dudo que tales préstamos contribuyan a las comunidades a las que sirven». También expresó preocupación por el hecho de que algunos bancos regionales carecen de la experiencia y la escala necesarias para diversificar sus carteras de inversión, lo que los hace más dependientes de estos productos de alto riesgo.
El papel de las corredurías y la falta de transparencia
La FSA también está investigando el papel de las firmas de valores y los bancos fiduciarios que venden estos préstamos. Yashiki sugirió que el marketing agresivo de algunas corredurías podría estar impulsando la demanda de estos productos. La agencia planea discutir con la industria bancaria formas de mejorar la transparencia en la divulgación de estos préstamos.
Reflexiones finales
La decisión de la FSA de intensificar la supervisión sobre los préstamos reempaquetados refleja una preocupación creciente por la estabilidad del sistema financiero japonés. Aunque estos productos ofrecen rendimientos atractivos a corto plazo, su falta de transparencia y los riesgos asociados podrían tener consecuencias graves si las condiciones del mercado cambian.
Para los bancos regionales, que a menudo tienen fuentes de ingresos limitadas y menos capacidad para diversificar sus carteras, estos préstamos representan una tentación peligrosa. Sin embargo, la intervención de la FSA podría ser un paso necesario para evitar futuras crisis y garantizar que los bancos sirvan a las comunidades de manera responsable.
En un contexto global donde los reguladores están cada vez más atentos a los riesgos financieros no tradicionales, Japón está enviando un mensaje claro: la innovación financiera no debe venir a expensas de la estabilidad y la transparencia.
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